No debe de extrañar que Campeche haya sido el puerto del Golfo de México que más sufrió las depredaciones de bucaneros y piratas. Constituida la colonia al triunfo de Francisco de Montejo sobre los indios mayas; fundada las ciudades y villas importantes de la Península, Campeche fue el necesario punto de salida de los productos locales hacia España y de entrada de la producción metropolitana hacia el corazón de la nueva Provincia. Su posición de puerto de mar, único de relieve en la región durante aquel tiempo, en el cual tocaban los navíos de la flota para hacer aguada y proveerse de víveres o para cargar y descargar, lo colocaba en situación predomínate de riqueza y asedio pirata sobre las restantes poblaciones. Para tal situación, varios fueron los proyectos para amurallar la villa de Campeche, siendo hasta el año de 1704 cuando se terminó de cerrar el recinto amurallado en el baluarte de Santiago quedando con una longitud de 2,720.79 metros. El espesor de las cortinas en la base fue de 2.60 metros y su altura media de 8.40 metros, comprendiendo los parapetos que forman el camino de ronda por el que se comunicaban los baluartes (Enciclopedia Yucatanense, 1977: 528).
Para algunos autores la piratería declinó a mediados del siglo XVII, al firmarse la paz de Westfalia en 1648, para otros como Héctor Pérez Martínez y Millet Cámara, la piratería tuvo su ocaso hasta la segunda mitad del siglo XVIII, cuando la amenaza de los piratas era casi ya una leyenda. Sin embargo, en la documentación colonial se utiliza indistintamente el calificativo pirata, filibustero, corsario, bucanero o asunto de piratería a algún contrabando, incluso más allá de 1821 o patriotas independentistas de América (Victoria, 2000: 55).
Paradójicamente a lo expresado en cuanto al decline de los ataques filibusteros, y pese a las criticas pertinentes que se indicaron a las defensas a través de los años por los propios ingenieros, fue durante el siglo XVIII cuando las obras defensivas erigidas convirtieron a Campeche en uno de los sitios mejor protegidos de la América española.
Fuerte de San José el Alto
Colocado en la cresta topográfica del oriente de la ciudad, es una obra de modelo a la de su época y es de observarse, desde luego, el buen gusto de la arquitectura de sus escarpas, adornadas por los llamados “Nidos de Golondrina”, especie de garitones en saliente del lienzo de la mampostería, que servían para la vigilancia del foso, con sus plataformas de artillería. Construido a finales del siglo XVIII, según una inscripción que se aprecia en su fachada que dice que se concluyó el 9 de agosto de 1792. Esta obra se debe al Teniente de Rey, don José Sabido de Vargas, que ocupó el cargo entre 1784 y 1793, con una superficie de 2.146.11 metros.
Levantado sobre el cerro que era conocido como de la vigía vieja, esta construcción militar contaba con dos auxiliares menores denominadas Baterías de Costa, San Matías y San Lucas. El viejo fuerte es un reducto rodeado por un foso y una crujía de habitaciones en torno al patio que servían como cuerpo de guardia, alojamiento para la tropa, almacenes de víveres, de pertrechos, de repuestos de pólvora, la cocina y la capilla. En los cuartos habían lumbreras o claraboyas que cumplían con una doble función: iluminar los interiores y servir como troneras desde las que se defendía el foso. Se llega a él a través de un camino de forma sinuosa, hecho de esta manera para evitar un ataque directo sobre la puerta. Se continua por un puente durmiente o puente fijo e inmediatamente por otro levadizo de madera, y de ahí a la portada, que originalmente era una pesada puerta de madera hecha de jabín, que hoy se compone de una reja de dos hojas con barrotes. Del zaguán se accede al patio en cuyo centro se localiza un aljibe, característica indispensable en este tipo de construcciones. A la parte superior se accede por una escalera adosada a las habitaciones del lado de mar, la cual esta soportada por arcos montantes; ahí se localizan cuatro cañoneras con sus respectivos parapetos, merlones, a excepción del lado del mar, que por ser el más importante, tenia dos grandes parapetos para darle mayor movilidad a los cañones. También se observan dos garitas en ángulos encontrados, así como una letrina conocida como “común” en otro de los ángulos; a todos ellos se llega pasando por un corredor llamado “Boquilla” (INAH, 2014).
El museo histórico de San José el alto cuenta con siete salas en donde se exponen armas de los siglos XVI al XIX. Incluye una colección de sables y espadas que pertenecieron a don Pedro Baranda y Quijano, al Gral. Antonio Gaona, a don Agustín de Iturbide. Al Gral. Manuel Gómez Pedraza y a don Mariano Escobedo.
Otras de las piezas interesantes del museo son: el cañón denominado media culebrina del siglo XVI, encontrado en la sonda de Campeche y el más antiguo de su tipo; la caña de timón o del “perro galgo” como se le denomina por tratarse de un tallado de madera de ébano con esa figura, que fue encontrada en el lecho del río viejo o río seco, un afluente del río Palizada a finales del siglo XIX. Se exhiben producciones a escalas de galeones españoles así como pinturas al oleo la cual destaca el cuadro de San Ignacio de Loyola pintado en el siglo XVIII por Cristóbal de Villalpando y la de don Pedro Sainz de Baranda y Borreyro.
El museo del fuerte de San José el Alto se encuentra a 10 minutos del centro de la ciudad tomando la calle 8 y siguiendo la Av. Miguel Alemán, continuando por la calle 10 “B” y calle 10 hasta llegar a la Av. Francisco Morazán. Tiene un horario de visita de martes a domingo de 8:00 a 17:00 hrs. Un museo con una variedad de historia local que no puede dejar de visitarse cuando se está en Campeche.
Fuerte de San Miguel
A poco más de un kilómetro del poblado de Lerma, construido en un cerro, se encuentra esta fortificación militar, abarcando una superficie de 3.858.37 metros cuadros (Enciclopedia Yucatanense, 1977: 542).Con la finalidad de reforzar la defensa de la villa de San Francisco de Campeche, se inició la construcción del reducto de San Miguel, gracias al proyecto presentado por el Ing. Agustín Crame en 1779. Una vez construido, fue modificada su traza original por el Coronel de Ingenieros, Juan José de León, quien en 1801, incluyó dos pequeños baluartes que sobresalían en el lado de tierra con el fin de proteger la puerta. Existen datos que indican que en el mismo sitio se alzó una batería provisional ordenada por el entonces brigadier de los reales ejércitos don Antonio Oliver, quien en 1771 comunicó al rey de España que la plaza de Campeche era indefendible, por lo que era necesario cambiar la estrategia defensiva de la ciudad, asegurando a la población ya no desde sus muros, sino con obras exteriores situadas hacia las zonas de mayor peligro, creando así baterías donde se agruparían un determinado número de cañones y reductos. En 1776 el mismo Oliver informaba al ministro de Indias, don José de Gálvez, que había mandado construir una batería provisional a un cuarto de legua de la plaza, guarnecida por doce cañones. Al concluirse los trabajos de modificación, que le dieron su aspecto definitivo, se realizó una ceremonia de entrega, en donde fue colocado un escudo de armas en el tímpano del frontón de la portada, mismo que fue destruido después de la independencia, probablemente en 1822 y también se concluyó el glacis y el escarpado del reducto (INAH, 2014).
En el siglo XX, de 1925 a finales de 1950, el edificio fue utilizado como unidad habitacional de las familias del ejército federal, después quedó en el abandono durante más de 10 años. En 1963 se rehabilitó el edificio para instalar el Museo de Armas y Marinería, para 1978 su colección fue sustituida dando paso a la inauguración del Museo de Arqueología Maya. En 1999 se llevó a cabo una intervención del inmueble, de su mobiliario museográfico y se enriqueció su colección con piezas procedentes de las diversas zonas arqueológicas del estado. Se reinauguró con el nombre de Museo de Arqueología Maya, Fuerte de San Miguel o también conocido como Museo Regional de Campeche (INAH, 2014).
El edificio es de planta cuadrangular rodeado de un foso en donde se aprecian dos puentes: el durmiente, construido de mampostería; y el levadizo, de madera. Del lado de tierra presenta dos pequeños baluartes custodiando la puerta. El cuerpo de guardia, el oficial de dicho cuerpo, los alojamientos para la tropa, los almacenes de víveres, el de pertrechos y la cocina ocupaban los cuartos que rodean al patio central con aljibe. Sobresale su pasillo de acceso en forma ondulada, sistema defensivo que evitaba la entrada franca del enemigo así como de los proyectiles. Su entrada está hecha de cantería y es de forma rectangular, rematada por un triángulo. En la parte superior tiene explanadas y parapetos, así como tres garitas que servían de albergue a los vigías, dos por el lado de tierra y uno por el lado de mar (INAH, 2014).
El museo cuenta con 10 salas que se componen de dos colecciones únicas en su género de toda el área maya, una consiste en las máscaras funerarias de jadeíta procedentes de las tumbas de los señores de Calakmul y la colección de figurillas funerarias de la isla de Jaina.
Igualmente se puede apreciar la estela número 9 procedente de Calakmul, con registros epigráficos de fechas, nombres e imágenes de uno de sus gobernantes y esposas.
Otras piezas significativas son el platón con tapa de iguana con un gran contenido de ideas religiosas expresadas de manera iconográfica y el cajete con tapa en forma de cabeza de Jaguar Negro o Sol Nocturno, ambas excavadas en la zona arqueológica de Becán. De la Casa de los Itzáes o Edzná, la escultura pétrea en forma de tambor en la que aparece la imagen de una reina.
El museo se encuentra a ocho minutos del centro de la ciudad tomando la carretera que lleva la poblado de Lerma y se encuentra abierto de martes a domingo de 8:30 a 17:00 hrs.
Recorrer Campeche es más que viajar por el espacio, ya que sus historias, baluartes y fuertes representan un viaje en el tiempo que todo visitante debe de conocer.
Campeche, un lugar mágico por excelencia.