Diciembre, mes de los buenos deseos, donde la ciudad adquiere una fisonomía de fiesta y de esperanza, las calles y casas se tapizan de curiosos adornos; luces y colores iluminan las noches decembrinas, los villancicos retumban en el ambiente anunciando la hora de desempolvar los abrigos, el frio modifica el vestuario veraniego y la bondad se hace presente en el ánimo de la gente. Campeche es uno de los estados que cuenta con tradiciones singulares para este animado mes, fruto de la mezcla de diversas influencias que dieron origen al mestizaje y que aportaron elementos para disfrutar nuevas usanzas.
Quien vivió su niñez en Campeche, recordará que ante la inminente llegada de Diciembre comenzaban los niños a congregar familiares y amigos de la colonia para “salir” a la tradicional Rama Navideña, “antes se esperaba que llegara el primero de diciembre para salir, echar relajo con los compañeros, eran grupos entre todos los amigos, se juntaban grupos de 10 o 12 personas para salir”[1]. También era necesario pedir permiso y trazar la ruta de peregrinaje que llevaran noche con noche tratando de llegar a los barrios aledaños; “ había su rivalidades, todos querían agarrar los mejor de la gente y como la mayoría de la gente te aportaba, todos se peleaban por salir primero y llegar primero para que juntaras más, se recorría casi la mayoría del pueblo, por todos sus barrios”[2], es así como los grupos de niños de pueblos y ciudades irrumpen las calles para cantar de casa en casa, versos que anuncian el próximo nacimiento del niño Jesús.
La rama, es una tradición navideña que tiene lugar los primeros días de Diciembre; originalmente las fechas de salida eran del 16 al 22 de Diciembre junto con las posadas, sin embargo la tradición local estableció que comenzaran desde el inicio del mes. Aunque no hay precisión alguna sobre el origen de esta tradición lo más convincente y creído es que tiene origen en Veracruz o como dice la canción misma “llego de Cuba” con los inmigrantes caribeños. Estos grupos de niños son comandados por tres pequeños, uno de los cuales carga una rama (originalmente de limonaria), adornada con esferas, cola de gato, globos, algodón y otros atavíos que la hacen parecerse a un árbol de Navidad y que se lleva en procesión por los barrios; otro niño lleva el portalito elaborado con una caja de cartón, forrada con papel de color; en él se colocan las imágenes de San José y la Virgen María, el pesebre vacío (pues aun no ha nacido el Mesías), algunos bueyes, asnos y una veladora para alumbrar el interior. El tercer niño, que casi siempre es el más pequeño, sostiene la alcancía en que reciben los aguinaldos de los hogares.
Una vez ataviados con los ornamentos tradicionales los niños transitan las calles, cantan versos, improvisan una lata con piedras a modo de maraca para el acompañamiento musical y piden aguinaldo en las casas vecinas. La Rama y la visita a las casa asemeja a los peregrinos que acompañaron a José y María en la travesía por Belén antes del nacimiento del Redentor. Los versos que se cantan son generalmente villancicos de seis sílabas, aunque la composición puede variar según el ingenio de los cantores. La letra tradicional campechana, es:
Ya llegó la rama, ya llegó de Cuba,
Y le trajo al niño un racimo de uva,
Alabar a Dios
quítense el sombrero
porque en esta casa
vive un caballero.
Vive un caballero,
vive un general
y nos da licencia para comenzar.
Naranjas y limas
limas y limones
aquí está la virgen
de todas las flores.
En un jacalito
de cal y de arena
nació Jesucristo
para Nochebuena.
A la media noche
un gallo cantó
y en su canto dijo:
“Ya Cristo nació”.
Ya Cristo nació
Yo no lo sabía
Solo San José y la Virgen María
Señora Santana,
¿por qué llora el niño?
Por una manzana que se la ha perdido.
Que no llore por una, yo le daré dos
una para el niño y otra para Dios.
Denme mi aguinaldo,
si me lo han de dar,
que la noche es corta
y tenemos que andar.
Entonces esperas a que los residentes salieran a darte tu aguinaldo, esperando que el canto haya sido del agrado; una vez dada la dádiva despedías la rama con el habitual.
Ya se va la rama
muy agradecida
porque en esta casa fue bien recibida.
Ya se va la rama por la oscuridad
Y les deseamos feliz navidad
“Feliz Navidad”.
En caso que no recibía nada de aguinaldo, cantabas….
Ya se va la rama con patas de alambre,
Porque en esta casa se mueren de hambre.
Y no faltaba el vecino que te correteara por invadir su predio, entonces estaba la famosa dedicatoria para estas ocasiones
Ya se va la rama con una escalera
Porque en esta casa les dio cagalera.
Así, por quince días los niños alegraban con su canto los pueblos, barrios y callejones, con el dinero recolectado el último día “se hacia una pequeña fiestecita con todos los muchachos, refrescos, tortas, ya si quedaba algo se repartía entre todos, al finalizar todos los días de la rama”.[3]
Las noches decembrinas transcurrían entre las “correteadas de perros, gente que te hacia maldad, te tiraba petardos, te reventaban tus globos, pero todo se tenía que librar”[4], los amigos que se enojaban porque no recibían el mismo pago, a los que no dejaban salir hasta concluir la tarea, el llanto de los más pequeños porque no cargaban nada, la mamá de “Pedrito” que quiere acompañarlos y la ingenuidad que se perdía con el transcurrir de los años.
Espiritualmente la Rama se interpreta como un rito para purificar hogares, calles y ciudades. Se dice que con las ramas se barre la basura, las enfermedades, las malas vibras. Que cuando se lleva La Rama a los hogares, es señal de buena voluntad y por ese buen gesto la familia anfitriona ofrece los aguinaldos. Desde el punto de vista religioso, La Rama incorporó el diezmo de la iglesia al pedir aguinaldo en especie o monedas, el cual al no ser concedido, provoca la picardía de los intérpretes cuanto cantan la despedida.
Al transcurrir los años la Rama ha ido perdiendo partidarios ya no se ven a los niños en las calles, “ya casi no se juntan los muchachos, se está perdiendo la tradición antes era muy diferente, salían bastante niños y la gente también te apoyaba bastante, ahora la gente la ve como un negocio y casi no aportan” ya no hay cantos de villancicos, solo algunas dependencias gubernamentales e instituciones educativas son las que tratan de rescatar y promover esta costumbre.
La tecnología, la delincuencia y la indiferencia ha tolerado que en los pueblos y comunidades sean escasos los niños transitando las calles, la costumbre de salir con la rama visitando las casas ha quedado en el imaginario colectivo de los que alguna vez fuimos parte de esta hermosa tradición.