AL COMPÁS DE LA JARANA, ¡VAMOS A LA VAQUERÍA!

“Vámonos a la jarana vamos a ganar lugar que hoy en la noche y mañana tenemos que zapatear.” (Jarana “Aires del Mayab” letra Carlos Duarte)

Campeche es por tradición un pueblo alegre, saleroso, donde los diversos matices y la algarabía no son ajenos a la vida diaria, así queda sentado en los pueblos campechanos donde podríamos mencionar que cualquier evento no cotidiano, que involucra a un sector considerable de la población y que incluye rituales, procesiones, comidas y bebidas, es una fiesta. Desde luego en nuestro país el aspecto religioso juega un papel muy importante en la caracterización de las conmemoraciones; en las comunidades del estado sin embargo son, sin duda, los elementos “profanos” aquellos que definen un evento comunitario como festivo.

En cada comunidad, pueblo o barrio uno de los acontecimientos más importantes es la celebración de las fiestas patronales, festejos en los cuales se realizan diversas actividades religiosas y paganas en honor, como su nombre lo dice, a un Santo Patrón o un Símbolo Sagrado y cuyo origen lo encontramos en la época colonial con la fusión de tradiciones, costumbres y  ritos procedentes de raíces indígenas y españolas.

La fiesta patronal no está completa sin la tradicional vaquería, esos bailes que conjuntan a toda la población y que se presentan como el primer evento profano de la fiesta patronal.  En los programas de la festividad la vaquería es la encargada de inaugurar la celebración al Santo Patrono.

Pero, ¿Qué son las vaquerías? La historia de dicha costumbre se remonta al siglo XVIII, justamente en los días en los que la ganadería predominaba como actividad económica, las vaquerías eran las fiestas con las que los antiguos hacendados festejaban a los vaqueros por la buena producción de reses obtenida durante el año, de ahí el término «Vaquería», Esta fiesta marcaba el tiempo de la hierra del ganado y se realizaba un convite en el que el hacendado invitaba a todos sus amigos para hacer gala de su riqueza; dentro del marco de ésta se efectuaban bailes que ejecutaban las esposas de los vaqueros cuya  su duración era de tres o cuatro días; El principal atractivo de estos festejos es el baile de la jarana. Las jaranas se derivan de la jota española; los fandangos y los sones de jaleo con los sonecillos de los mayas y que hasta nuestros tiempos preservamos y mostramos al mundo con orgullo.

La vaquería comenzaba en la casa del presidente del club de jaraneros, entre las nueve y diez de la noche con la llegada de todos los bailadores, cuando no habían grupos organizados los varones, como don José Clemente Simá, habitante de PocBoc, preparaba todo  “desde temprano me organizaba, me echo un baño y vámonos, es que también no había mucha muchachada en esa época,”[1], ahí reunidos  hombres y mujeres de diferentes edades se preparaban para la gran noche, la vaquería reúne a los mejores  jaraneros de la región, “ viene el grupo de Halachó de Yucatán, Cepeda, Puxcoloch, Dzitbalché, Sacabchen , Santa Cruz, vienen desde esa época hasta la que estamos ahorita, ahora puro grupo organizado es el que vienen, desde las 8 ya todos están acá, los camiones vienen se alistan a las 10pm les toca la entrada de cada grupo”.[2]

La vestimenta también es muy vistosa; todas las mujeres llegaban usando el traje regional de gala, el terno,que consta de tres partes: fustán, hipil y solapa. En ocasiones se puede observar en el terno, cintas delgadas y de diferentes colores que se prenden a la ropa como un pasador, o cintas igualmente largas en los sombreros que usan como galas, esto es  para identificar a una sociedad jaranera o un grupo de danza. El ajuar se complementa con un tocado de flores prendido en el pelo y ligeramente detrás de la oreja; las galas son sombreros decorados con una cinta de color, un ramo de flores y en ocasiones un pequeño espejo circular puesto en la parte frontal. Esta es la forma estilizada, porque la verdadera gala es puesta por un jaranero a la bailadora como un reconocimiento a su destacada manera de bailar, en el acto mismo del baile, y pueden ser varias las galas otorgadas, puestas una sobre la otra. Al término de la jarana, el dueño del sombrero los recoge y hace un obsequio a la bailadora, que consiste en una cantidad de dinero.

Las orejas se adornan con aretes largos y vistosos, el cuello es engalanado con rosarios, gargantillas de dos vueltas con sus medallas y campos según el gusto y economía de la bailadora; en las muñecas llevan semanarios y pulseras de diferente confección y en los pies portan zapatos blancos propios para el baile de tacón ancho y altura media. Para enmarcar la elegancia las bailadoras portan un rebozo y llevan discretamente un pañuelo blanco en la mano para secar el sudor en el rostro, cuidando de no retirar el maquillaje, en ocasiones pueden llevar un abanico para mitigar el calor.

En el caso de los hombres el ajuar es más sencillo, consta de un pantalón blanco y filipina, sombrero de jipi o sintético y pañuelo rojo; el atuendo masculino se complementa con un par de alpargatas chillonas, especiales para las jaranas.

Entre las nueve y diez de la noche, el grupo reunido de bailadores se dirige al centro del salón, durante el recorrido se escuchan el estruendo de los cohetes o voladores que acompañan a los jaraneros junto con la música de orquesta “aquí llegaba la orquesta de Tepakán o venía la orquesta de Campeche, la Barbosa, es el único que reinó acá, aquí se quedaban en  la vaquería hasta el último baile”.[3]

Al llegar a donde va hacer el baile, las parejas forman una sola fila para entrar a la pista, la mujer cruza su brazo izquierdo con el derecho del hombre; en tiempos pasados cuando no habían grupos cada varón tomaba valor para invitarla a bailar, ya que ellas “venían con su mamá le decías vamos a bailar, la sacábamos a bailar y bailábamos, pero tenía que pedir permiso a la mamá, no es como ahora”[4], ahora que si la pena te ganaba “el que se adelantaba se la lleva, y  pos sino pos no le toca, se quedaba sin bailar,  también no había mucha muchachada de antes era poca, aquí habían pocas muchachitas”.[5]

Al llegar al salón o parque, los grupos son anunciados con las famosas “dianas” para después recorrer el espacio determinado para el baile. Luego de que los jaraneros toman su lugar en la pista, da inicio oficialmente la vaquería con la jarana “aires del mayab” para que en las siguientes horas los jaraneros demuestran sus habilidades lustrando la pista de baile hasta altas horas de la noche, “empezaba el baile a las 9pm y terminaba a las 4 am”[6], para concluir la vaquería se escucha la jarana llamada “el torito” que marcaba el fin de la fiesta, en esta jarana la mujer personifica al toro y el hombre la elude con pasos de baile similar a la de un torero. Con esta “demostración taurina” da por concluida la vaquería que marca el inicio de las fiestas patronales y deja cabida a las siguientes celebraciones como la corrida de toros, la kermes y la noche de Disco.

La vaquería es una de las fiestas tradicionales más difundidas en Campeche, fiesta que tardaba tres días y cuatro noches, o toda la semana, según el pueblo o hacienda donde se realizaba.

Actualmente en la ciudad de San Francisco de Campeche más de 400 bailadores de jarana de la península, se reúnen en la plaza de la República, para la celebración de cada año de La Magna Vaquería Peninsular. Festejo que se realiza desde hace 14 años para impulsar las tradiciones de un pueblo que es mezcla de la cultura maya y española.

La importancia de las vaquerías en los pueblos reside en expresar el inicio de los festejos dedicadas al Santo Patrono de cada comunidad. Y resulta difícil encontrar una fiesta patronal sin la algarabía, el jolgorio, las bombas yucatecas, el colorido, la riqueza ritual y simbólica que hacen de las fiestas un tema de gran interés, no sólo porque son parte de la cultura sino porque a través de ellas podemos vislumbrar el tipo de comunidades que las generan, recrean y transforman. Las fiestas nos hablan de las sociedades que les dan vida. ¡Esto es la Vaquería!

[1]José Clemente Simá. Entrevista personal, 14 de Diciembre de 2014.
[2]José Clemente Simá. Entrevista personal, 14 de Diciembre de 2014.
[3]José Clemente Simá. Entrevista personal, 14 de Diciembre de 2014.
[4]José Clemente Simá. Entrevista personal, 14 de Diciembre de 2014.
[5]José Clemente Simá. Entrevista personal, 14 de Diciembre de 2014.
[6]José Clemente Simá. Entrevista personal, 14 de Diciembre de 2014.
Fuentes Consultadas
José Clemente Simá. Entrevista personal, 14 de Diciembre de 2014. Poc Boc, Hecelchakán, Campeche.
Andrés Medina Hernández y Francisco Javier Rivas Cetina; Las corridas de toros en los pueblos mayas orientales. Una aproximación etnográfica; Estud. cult. Maya; UNAM, vol.35  México ene. 2010