En 1935 por decreto presidencial le fue concedida una amplia dotación de tierras que se tomaron íntegramente de la hacienda del mismo nombre, Castamay, propiedad del C. José García Gual, con el fin de que los pobladores pudieran tener la posibilidad de asentarse y criar ganado.
El poblado contaba con muy pocos habitantes y sus casas eran sumamente antiguas, las cuales consistían en pequeñas construcciones de adobe piedra y techo de palma, lo cual hacía que éstas se encontraran en mejores condiciones higiénicas en relación con otros poblados, además de que guardaban una alineación regular lo cual daba al pueblo una buena presentación.