El santo patrono de la iglesia es San Antonio cuyos pobladores de la comunidad cuentan que es un santo castigado en 1896: sucedió que ese año los vecinos de Castamay presintieron una terrible sequía pues era ya tiempos de lluvias y éstas no caían, lo que causo gran alarma. Decidieron celebrar entonces un novenario en honor a San Antonio y al mismo tiempo celebrar una de esas ceremonias para conseguir los beneficios del dios Chac. Los de Castamay enojados por la falta del líquido, sacaron la imagen del santo y lo pusieron de plantón a la puerta de la iglesia, recibiendo sin consideración alguna los candentes rayos del sol. Mientras la imagen permanecía a las puertas del templo los vecinos se dedicaron al escándalo general, aprovechando para ello carabinas, cohetes, utensilios y todo que pudiera armar ruido para despertar al dios de la lluvia. Después de un par de horas de castigo regresaron al santo a su urna y se retiraron satisfechos con la esperanza de recibir la recompensa. Al otro día, por esas razones que a veces se desconocen, cayó un fuerte aguacero que casi inundó la finca, motivando que la mayoría de los vecinos se dirigieran al templo para dar gracias a su patrono.
Hoy en día la iglesia sigue imponente y luchando con el paso del tiempo. En su interior se rige como imagen principal, desplazando al santo patrono San Antonio, un cuadro de la Virgen de Guadalupe, algunos viejos santos, el remodelado nicho de block y cemento para el Santísimo, que a decir verdad contrasta mucho con la vieja arquitectura, las placas mortuorias de mármol de algunos pobladores distinguidos como Joaquina Pacheco de Salazar, Rafael García Ocampo, Pablo Gual y Julián Gual, así como las placas que señalan que ahí están depositados los restos de Don Antonio y Don José García y Poblaciones, campechanos que lucharon con Pablo García y Montilla por la emancipación política del Estado.
A un costado del viejo atrio se pueden ver algunas tumbas, cuando éste funcionaba como cementerio, que discrepan con el verde de la hierba y con el olvido de aquellos que caminan y visitan el viejo templo, que con el paso de los años ve pasar el tiempo en espera de una remodelación y un rescate de su historia.