El inmueble se ha diferenciado en su importancia por estar formado con características religiosas, militares y civiles, que con el transcurrir de los años alojó a la Escuela de Misericordia, para niños y niñas pobres, también conocida como “El Hospicio”, obra de particulares con una profunda visión filantrópica en pro de la instrucción de jóvenes campechanos.
En la gloria de su pasado, el inmueble del Archivo Municipal albergó a la Cárcel Pública de Campeche. La prisión fue todo un microcosmos de ideas, asuntos y acontecimientos: se daban las fugas, peleas, quejas contra alcaides, ventas de agua, posesión de drogas, golpes, peticiones de bailes y hasta casos de agresiones de personas con trastorno mental. Y siguiendo la nostalgia del ayer, aún permanece en el recuerdo colectivo las imágenes de aquellos hombres sentados en el viejo patio platicando, el laberinto de los reos, el relajo, las risas y los llantos. Hombres privados de la libertad y confinados por una sociedad que trataban de vivir en una celda sus horas, días, meses y años más tristes. Algunos con resentimientos, otros ya ni en eso pensaban, el error estaba ya cometido, no todo en la vida era fácil, había cosas amargas que hacían mal y les tocó vivirlas. Hombres que hoy en día, ya ancianos en el recuerdo de sus cansadas miradas, aprendieron la más grande de las experiencias que la vida les proporcionó. Hombres con recuerdos dignos de ser contados.