Esta obra fue la segunda, en cuanto a dimensión, de los ocho baluartes construidos. Su nombre celebra a la orden de San Francisco, la evangelizadora de la península y la de mayor importancia y poder en toda la región. Se extendía originalmente sobre una superficie de casi 1342 metros cuadrados, con caras de 41. 5 metros y flancos de 18. 26 metros. La gola estaba cerrada por la prolongación de la línea de la muralla y de su patio surgía una rampa. Este plano inclinado estaba soportado por tres bóvedas que eran: el cuartel, el almacén y el cuerpo de guardia. Poseía en 1766 once cañones de hierro.
En 1880, la empresa del Nuevo Tranvía Urbano solicitó la autorización del Ayuntamiento para establecer una nueva línea, misma que debía de comunicar la plaza principal con el jardín del barrio de Santa Ana, para lo cual recorrería la calle 57 y continuaba por la entonces calle principal del barrio. El obstáculo de este proyecto era este baluarte, situado justo en la desembocadura de la calle 57, por lo que fue aprovechado un boquete poco tiempo antes. Con la ampliación de la demolición el baluarte quedó divido en dos, perdiendo la mitad de su rampa, el muro que cerraba la gola y la puerta de acceso. Se perdieron en este proceso 468 metros cuadrados de superficie, alrededor de la tercera parte de la construcción original. Así, mutilado, fue usado como casa habitación por personas de escasos recursos.
Actualmente junto con el baluarte de San Juan forma parte del espectáculo de luz y sonido de Puerta de tierra anexa a este baluarte, una vez reconstruida la parte que lo dividió en dos, se acondicionó a un auditorio abovedado.