El siglo XIX marcó una tendencia del acero como soporte y el uso del tinglado. Adentrase al Centro Cultural de Casa 6, es adentrase a un pasado de elegancia y buen vivir de las familias acaudaladas del Campeche antiguo. A través de sus ventanas, resguardadas con hierro forjado, las familias que allí vivieron fueron testigo de la transformación de una villa enriquecida con el palo de tinte y el flujo de mercaderías europeas al territorio yucateco, alentados para entonces por los casi inexistentes ataques piratas.
En aquellas épocas, la arquitectura europea llegó con sus propuestas y se hace presente el neoclásico «en cornisas y guardapolvos; las peanas son elegantes y los zaguanes son los preámbulos a los pasillos rodeados de arcos de medio punto.
La conocida Casa 6 se engalana con su entrada, un arco tallado en piedra enmarca el zaguán, ancho y espacioso; adentro, un perchero victoriano, una sala de terno «cabeza de león, sofás, mecedoras y una mesita de centro, muestran a los visitantes cómo desde este espacio era posible mirar a quienes concurrían al centro de la villa o atender a los llamados a misa.
Los grandes ventanales también tenían un fin similar. Estos empataban con las amplias puertas para que mantuviera un flujo de aire continuo y se llevar el calor del interior de la casa. En este espacio, el visitante se topa con una sala de uso común donde los señores de la casa sostenían largas pláticas cotidianas o se recibía a los amigos, donde la mujer bordaba, al estilo europeo.
Una antigua casona que resguarda su propia historia arquitectónica, el confort, la seguridad y la comodidad.