Para el año de 1665 se inició la construcción de la pequeña iglesia extramuros de la villa. Con el paso de los años el fervor hacía este santo no fue tan importante como lo fue con la llegada de un cristo negro procedente de Italia y encargado a un comerciante, que desde su arribo fue objeto, y lo sigue siendo hasta hoy en día, de gran devoción por los fieles del barrio, el Cristo Negro de San Román.
Para 1680 la iglesia ya estaba concluida y ocupaba una superficie de 330 metros cuadrados. Aun se puede observar esta primera edificación pues está coronada por almenas y techada con bóveda de cañón corrido, y en uno de sus muros se pueden observar dos contrafuertes. Debido al crecimiento de la villa y después convertida en ciudad, fue necesaria la ampliación de la misma. La nueva iglesia se construyó de una sola nave dividida por cuatro grandes arcos torales sostenidos por pilastras de cantera decoradas con mosaicos poblanos, que sostienen al techo de vigas. A este nuevo espacio se le anexó una pequeña capilla casi a la entrada del templo para que sirviese de bautisterio, con techo de cañón corrido. El exterior del bautisterio está decorado con pequeñas molduras y sobre éste una ventana con balcón.
Una nueva construcción se realizó en el siglo XIX, rodeando a la iglesia y actualmente es utilizado como sacristía y oficinas parroquiales.