Este importante espacio de difusión y preservación del patrimonio cultural sumergido de México es reconocido como el primer espacio de su tipo en el Continente Americano. En su interior resguarda 426 piezas —entre elementos prehistóricos, prehispánicos, coloniales y de los siglos XIX y XX— que por cientos o incluso miles de años estuvieron bajo las aguas de cenotes y cuevas anegadas, en lagos y lagunas, en ríos subterráneos y superficiales, en manantiales y terrenos ganados al mar. A partir del 5 de diciembre de 2017 entró en vigor la declaratoria del Museo de Arqueología Subacuática, Reducto de San José el Alto, como parte de la Convención UNESCO 2001 sobre la Protección del Patrimonio Cultural Sumergido, distinción que le fue conferida durante la Séptima Reunión de Estados Partes de la citada convención.
Reducto de San José el Alto
Construido a finales del siglo XVIII, según una inscripción que se aprecia en su fachada que dice que se concluyó el 9 de agosto de 1792. Esta obra se debe al Teniente de Rey, don José Sabido de Vargas, que ocupó el cargo entre 1784 y 1793, con una superficie de 2.146.11 metros. Levantado sobre el cerro que era conocido como de la vigía vieja, esta construcción militar contaba con dos auxiliares menores denominadas Baterías de Costa, San Matías y San Lucas. El viejo fuerte es un reducto rodeado por un foso y una crujía de habitaciones en torno al patio que servían como cuerpo de guardia, alojamiento para la tropa, almacenes de víveres, de pertrechos, de repuestos de pólvora, la cocina y la capilla. En los cuartos había lumbreras o claraboyas que cumplían con una doble función: iluminar los interiores y servir como troneras desde las que se defendía el foso. Se continua por un puente durmiente o puente fijo e inmediatamente por otro levadizo de madera, y de ahí a la portada, que originalmente era una pesada puerta de madera hecha de jabín, que hoy se compone de una reja de dos hojas con barrotes. Del zaguán se accede al patio en cuyo centro se localiza un aljibe. A la parte superior se accede por una escalera adosada a las habitaciones del lado de mar, la cual esta soportada por arcos montantes; ahí se localizan cuatro cañoneras con sus respectivos parapetos y merlones. También se observan dos garitas en ángulos encontrados, así como una letrina conocida como “común” en otro de los ángulos; a todos ellos se llega pasando por un corredor llamado “Boquilla”.