Epidemia se define como casos de una enfermedad, conducta específica u otros hechos en relación con la salud que claramente exceden de lo esperado en condiciones normales durante un periodo determinado.
Etimológicamente el vocablo “pandemia” procede de la expresión griega pandêmonnosêma traducida como “enfermedad del pueblo entero”.[1] Es una locución bastante descriptiva sobre enfermedades de grandes proporciones que se expanden a varios países y más de un continente. Una pandemia no involucra una gravedad mayor o menor sino una propagación rápida y mundial. En nuestros tiempos modernos la pandemia que más proporciones globales ha alcanzado ha sido el Síndrome de Inmuno Deficiencia Adquirida.
Ahora lo que está muy vigente es la nueva cepa de coronavirus surgida en Wuhan China a la que se le denominó COVID-19, y ha sido calificada como pandemia por su extremo contagio. Es una dolencia que se ha extendido de forma intensa e indiscriminada y ha obligado a países enteros incluido el nuestro, a adoptar medidas de confinamiento estrictas para todos los ciudadanos, las llamadas cuarentenas para detener la propagación de la enfermedad.
El COVID-19 en unos pocos meses registró casos en el mundo entero, principalmente donde el turismo es una actividad económica importante, ahí donde confluyen distintas personas de variadas procedencias. Lo que habla de cierto nivel adquisitivo de individuos que pueden viajar grandes distancias.
El Estado de Campeche ha arrojado pocos casos, de personas que viajaron al exterior y regresaron contagiados y ahora se encuentran en aislamiento domiciliario, por lo que afortunadamente, hasta el momento, aún no se ha dado el contagio comunitario de persona a persona dentro de la misma ciudad. Sin embargo, los expertos en temas epidemiológicos hablan que todavía no ha habido esa explosión, y que ineludiblemente la habrá ya que mencionan tiempos de incubación y manifestación.
Por lo tanto, la población por miedo al contagio, a pesar de lo molesto de la circunstancia, cumple, hasta donde sus actividades cotidianas y económicas se lo permiten, las normativas de cuarentena. Pero todo suceso trascendental en materia poblacional como lo son las enfermedades tienen un tiempo cíclico, estas visiones catastróficas no las viven todas las generaciones, aunque hay registros donde se cuenta lo que en el pasado sucedió y las medidas que se tomaron para salvaguardar la salud pública ante flagelos destructores como el COVID-19.
Así como en la actualidad China paró en tiempo record un hospital para atender exclusivamente a pacientes de COVID-19 en la provincia de Wuhan, epicentro de la enfermedad; Campeche también hizo lo mismo en relación a una dolencia que supone un largo y penoso padecimiento con dolor no solo físico sino también emocional, porque condenaba a una “muerte social”, ya que por regla los enfermos eran aislados en sitios especiales fuera de los límites de la ciudad.
Entre las pequeñas y menos influyentes órdenes de caballería de Tierra Santa, la orden de San Lázaro fue posiblemente la más importante. Surgió a partir de un hospital de leprosos.
En Campeche a fines del siglo XVIII, concretamente en el año 1779 se propuso la creación de un hospital para enfermos de lepra. La importancia de este hospital radicó en que fue el segundo de este tipo construido en el entonces Virreinato de la Nueva España. Y junto con el hospital San Juan de Dios hizo frente a varias contingencias por enfermedad no solo por lepra como se verá en cuanto a epidemias que desolaron la región. Tomaremos como ejemplo dos dolencias: Viruela y Cólera.
La viruela resulta de la infección aguda del virus Variola, que pertenece al género de los Orthopoxvirus. Se considera que el virus emergió para afectar a las poblaciones humanas cerca del año 10,000 AC.[2] La viruela ha tenido un impacto en la historia de la humanidad y en el establecimiento de las sociedades actuales, destacándose como una de las enfermedades con mayor poder devastador.
La Conquista de México no hubiera sido posible sin el azote de la peste llamada por los indígenas hueyzahuatl, Motolonía en 1555 al respecto escribió: “murió más de la mitad de la población… morían en montón como chinches.” [3] Esta enfermedad tuvo varias oleadas de manifestación a lo largo de los siglos coloniales.
Hasta 1796, cuando el inglés Edward Jenner descubrió que las empleadas de las vaquerías poseían una piel con menos imperfecciones que el resto de la población a menudo aquejada por las viruelas y sus espantosas cicatrices. Jenner observó que las ordeñadoras de vacas contraían la viruela vacuna pero no la viruela humana, lo que le hizo sospechar de algo que decidió comprobar.
Jenner experimentó con una ordeñadora que había contraído la viruela vacuna y tomó muestras de pus de las úlceras de sus extremidades y se las inoculó a un niño llamado James Phipps quien contrajo la viruela vacuna; semanas después el mismo niño fue inoculado con una pequeña dosis de viruela humana y no contrajo la enfermedad. Había nacido así la vacunación contra la viruela.[4]
En la Nueva España después del último brote virulento en 1797 se apoyó la vacuna como método preventivo. En 1802 aparecieron manifestaciones de la enfermedad en Bogotá y Lima y por ello, la Monarquía española aprobó la expedición marítima encabezada por el cirujano Francisco Xavier de Balmis para suministrar la vacuna. Estuvo varios meses en los puntos de Sudamérica donde estaban los contagios y en junio de 1804 arribó a la península de Yucatán.[5]
Antonio Gutiérrez integrante de esta expedición fue responsable de capacitar a los facultativos en la ciudad de Campeche, cuando llegó la expedición al puerto en julio con dos negros inmunizados contra la viruela de los cuales se extraería el fluido vacunal para emplearlo entre los habitantes de Campeche. [6]
A partir de la promulgación de la Constitución de Cádiz el Ayuntamiento se responsabilizó de la salud pública. Para combatir las epidemias se crearon las Juntas de Sanidad. En septiembre de 1814 se informó al Cabildo campechano que la viruela estaba afectando Champotón. La Junta de Sanidad fue convocada para la normatividad en materia de prevención, una de las medidas fue la siguiente cuarentena:
“que para impedir la entrada por mar de los virulentos es de opinión que se citue una embarcación sobre dos […] de agua con una señal particular para que el buque arribe a ella luego que se le ponga suspendiendo en ningun caso bajar ninguno de la tripulacion atierra que sea reconocida por la diputación de Sanidad, cuyo remedio es el unico que puede aplicarse por aquella parte: Que por tierra supuesta la nesesidad que se manifiesta, se lebante oficio a los jueses territoriales de aquel partido para que quede incomunicado por uno y otro proximo al Pueblo de Champotón”.[7]
En 1818 se reportó una cifra de 28773 vacunados en Campeche. Sin embargo para febrero de 1825 el fluido vacuno escaseaba en la capital del Estado, por lo que se decidió importar de los Estados Unidos.
En marzo de 1826 se declaró la región en estado epidémico de viruela. Se estableció la Junta General de Sanidad. Los ayuntamientos publicaron la prohibición de velorios, recompensa por denunciar a quien lo celebrara, y multas a quienes consintieran o disimulasen dichos velorios. En mayo de 1826, la Junta General de Sanidad solicitaba lo siguiente:
“sobre que los alcaldes, ayuntamientos y municipalidades cuiden y celen la propagación de la vacuna, como unico preservativo, auciliandose todos efectivamente en sus providencias y que luego que se reconosca estar tocado de viruela ó sarampión algún individuo de cualquiera clase y fuero se le impida salir de un pueblo á otro, hasta después de una verdadera convalecencia”.[8]
Como se ve, cuando aparecen signos de enfermedad extremadamente contagiosa las cuarentenas se han implementado como medida de contención.
Otro de los flagelos que azotaron el mundo y derivó en pandemia fue el Cólera Morbus, cuyo origen se sitúa en la India, mal endémico del delta del Ganges debido a la contaminación de ese río considerado sagrado. La propagación de la enfermedad fue como casi siempre, a través de rutas comerciales, primero a Rusia y de ahí al resto del mundo. En 1833 se extendió de Rusia a Finlandia y de ahí a Inglaterra y de Inglaterra a Norteamérica y México.
El 21 de junio de 1833 se presentó el primer caso de cólera en Campeche[9]. El Cabildo se declaró en sesión permanente. La Junta de Sanidad dispuso que la ciudad fuera dividida en cuarteles. Comisiones se encargarían en cada cuartel para recoger y conducir a los enfermos a habitaciones o a los hospitales; se habilitaron tres hospitales para coléricos, uno en el centro, otro para los barrios de Guadalupe, San Francisco, Ermita y Santa Lucía y el último para Santa Ana y San Román. Asimismo el Ayuntamiento ordenó que las boticas surtieran recetas a gente sin recursos.[10]
La situación se tornó difícil y en esas primeras semanas se contabilizaron 610 fallecimientos. El 21 de agosto de 1834 se expidió una circular solicitando a los curas párrocos un cuadro estadístico de las víctimas de la epidemia, lo que arrojó un número de 5574 víctimas.[11]
En 1841, un nuevo brote pandémico salió de la India y se desplazó a Europa. En México su apertura fue por Tampico. Por lo que los puertos de Campeche, Sisal y Carmen hicieron cuarentenas a los buques procedentes desde Tampico a Tabasco.
En Campeche se ordenó higienizar las calles evitando el estancamiento de agua, el entierro y la quema de basura en lugares próximos a la población, el desagüe de zonas pantanosas, la prohibición de arrojar desechos a la calle, la inspección sanitaria de tiendas o establecimientos de venta de comida y comestibles, los enterramientos profundos y los cadáveres cubiertos con cal. Durante la epidemia fueron prohibidas las reuniones numerosas en sitios mal ventilados.[12]
En 1852, la tercera pandemia de cólera se originó nuevamente en la India y se extendió a Medio Oriente. En 1853 atacó Norteamérica, llegando a México. Los primeros casos en la región se dieron en Mérida el 1º de octubre. La epidemia duró en esa ciudad hasta el 26 de noviembre y cobró la vida a 2833 personas dentro de un censo de 25000 habitantes.
Conocida la noticia en Campeche de la presencia de cólera en Mérida se tomaron las precauciones necesarias: se dividió la ciudad en cuatro secciones con médicos contratados para cada una de éstas. El 27 de octubre se reportaron los primeros casos. Sin embargo este último brote en Campeche no tuvo la mortalidad que los anteriores especialmente, por las normas de higiene que se implementaron.
Como puede verse las normativas de prevención como las cuarentenas se han efectuado a lo largo de la historia. No es la primera vez que nuestra ciudad enfrenta un reto de esta magnitud. La obediencia ante las medidas gubernamentales de confinamiento y la ejecución de medidas de higiene hacen la diferencia.
Mientras tanto, pandemias como la viruela ya erradicada, el cólera morbus que puede ser tratado con éxito en nuestros tiempos, y más recientemente el COVID-19 son un recordatorio de la fragilidad y vulnerabilidad de toda la especie humana sin importar su credo, etnicidad ni posición social frente a microorganismos que han conformado la historia de la humanidad. Esto nos hace ver iguales ante enemigos invisibles que están en la naturaleza como virus o bacterias.