En el estado de Campeche es impensable la vida sin hamaca. El clima tropical permite que se disfrute de esta complacencia junto al mar, en el hogar o inmerso en el bosque; no hay placer más grande por estas tierras que tomar “la siesta” en una suave y cómoda hamaca donde encontraras relajación y bienestar.
La hamaca viene de una larga tradición colonial a causa de su frescura y como lugar de descanso diario. Después del descubrimiento de América gozó de mucha popularidad especialmente en los viajes de ultramar, ya que en lugar de tener que dormir en el suelo húmedo, duro, lleno de suciedad y plagado de bichos, podían tumbarse los marineros relajados en las hamacas y adormecerse por el balanceo del barco, asimismo era común ver a los conquistadores en la costa recostados en las hamacas extendida entre los árboles, esperando una nueva afrenta por cumplir.
Hoy en día es la hamaca un utensilio muy apreciado por niños, parejas, familias, viajeros y terapeutas, en Campeche todas las casas cuentan con hamaqueros, y en los hogares más humildes es el único medio para descansar.
La elaboración de las hamaca es todo un arte, el cual se transmite de generación en generación, y las que se realizan en Campeche han sido reconocidas a nivel mundial por su calidad de urdido, diseño y combinación de colores, gracias al cuidado y a la creatividad con que las elaboran. Tácitamente todas las comunidades municipales tienen por lo menos una persona dedicada a la producción de hamacas, quizá convirtiendo esto en la manifestación de artesanía más común del Estado. Pero en una comunidad en particular, la de San Antonio Sahcabchén en el Municipio de Calkiní, el urdido de hamacas es una industria casera para gran parte de las familias que ahí residen.
Esta comunidad que en maya significa “el pozo en la cueva”, y localizada a 15 km de Calkiní, conocimos a Maximiliano Chan Caamal (don maco), persona dedicada a la elaboración de hamacas desde hace 40 años, “Desde que estaba yo niño, 10 años ya estaba vendiendo hamacas”[1].
Los primeros recuerdos de don Maco sobre el aprendizaje del urdido, son de sus padres “Esteban Chan Miss y Ursula Tamay, la comunidad trabaja en eso de eso vive de esta artesanía, desde que estamos creciendo lo trabajas para que sobreviva uno”[2].
“cuando crecí empecé a estar vendiendo, salía a vender, empecé a trabajar por Tabasco, hasta ahí llegaba a vender, estaba yo joven por ese tiempo, pregonando casa por casa, ranchería por ranchería, varios pueblos, sacando mis trabajos sobreviviendo, me case a los 17 años, tengo 6 hijos, todos saben tejer, yo se los enseñe.”[3]
Para comenzar a elaborar las hamacas se utilizan dos agujas y un bastidor como herramientas de trabajo, “el bastidor, el carpintero lo hace con madera de jabín, cualquiera de esas, un bastidor tarda muchos años, aguanta bastante, después la aguja para tejer, que es de madera, se llama aguja para tejer hamacas, así se pide ”[4]
La técnica para hacer una hamaca consiste en formar una red en la cual no se anudan los hilos sino que se entretejen torciéndolos. El resultado es una resistente pero cómoda malla que se estira para amoldarse al cuerpo “Se empieza desde abajo, primero se hace la orilla, depende del tamaño son los hilos que se utilizan, si son chicos hasta con 10 vueltas, y también del tamaño son los tubos que se utilizan, 6, 8, o 12 tubos de hilos que se emplean para una sola hamaca”[5]
“El crepe que es otra técnica de tejido, lleva más tiempo, más hilo, porque esta encogido, hay que meterle más hilo porque la hamaca no se abre tanto, no es como el normal, en lugar que se abre se encoje”[6], esta técnica del crepe fue nueva para don maco “El crepe vino un señor del programa esos del gobierno, que vinieron a enseñar el urdido, ahí aprendemos eso”.
El origen de la hamaca se sitúa en el Caribe y el sur de América, su elaboración no ha variado con el paso del tiempo, los nativos la designaban como “la cuna de los dioses”; de esta tradición ancestral que don Maco continua ejerciendo, sigue aportando a la historia “todo el día estamos haciendo hamacas, hasta 10 horas, se cansa uno, agarras tu receso y después sigues trabajando, en una semana a cabo una de crepe y King Size. Sobre los colores, solo hay que matizarlo, le puedes poner el color que quieras, cada color se combina con un color fuerte y otro bajo, azul fuerte y otro bajo así están todos, morados, rojos, rosados.”[7]
Para la familia de Don Maximiliano Chan las hamacas son toda su vida, en ella se van recuerdos, vivencias, alegrías, tristezas; a las hijas “Desde chamacas se les enseño, es un negocio familiar para nosotros, porque de eso estamos viviendo, desde aquel tiempo hasta ahorita”,[8] esta tradición continua con la nuevas generaciones, así lo entiende Fátima del Rosario Chan, de 28 años, y la hija más pequeña de Don Maco “Es un orgullo saber este trabajo, de eso hemos vivido muchos años, si me gustaría enseñarle a mis hijos, para que no desaparezca este trabajo, ya no se dedican es esto los jóvenes, no se gana mucho pero si para vivir, nos ayuda bastante para solventar la situación económica que ahorita pasamos.”[9]
El recuerdo de la esposa de Don Maco, fallecida unos meses atrás , ha dado a esta familia nuevos proyectos y ambiciones “me siento orgullosa de este trabajo, mi mama fue ejemplo para nosotros porque ella igual hacia hamacas, ella llevaba muchas para distribuir en Campeche, en Kobén, surtía los puestos de Kobén y nosotros todas trabajamos el brazo de red y normales”.[10]
“nuestro sueño es poner un taller en memoria de mi mamá, poner un taller y darle empleo a las mujeres que quieran aprender y ayudar a sus familias a salir adelante, así como mi mamá nos ayudo a salir adelante con este trabajo, así nosotras queremos que más mujeres lo hagan, porque si es un orgullo hacerlo y trabajar las artesanías de las hamacas, para mi es una pasión, el taller se llamaría Martina, en honor a mi mamá, porque hasta el día de su muerte ella fue a llevar hamacas”.[11]
Este noble sueño en memoria de doña Martina , es el ejemplo de una familia que con trabajo, esfuerzo, y ganas de salir adelante se puede lograr grandes anhelos, ellas esperan contar con el apoyo de las autoridades, para dar un beneficio a la comunidad “estamos un poquito desubicados por la partida de mi mamá. Pero desde antes teníamos esa intención de levantarlo con mi mamá, y esperemos en Dios que se realice por ella y por todos nosotros, para nosotros es importante”[12]
Desde la comunidad de San Antonio Sahcabchén , las familias continúan trabajando para dotar de comodidad y frescura a todo el estado, así como don Maco que “ahorita estaba vendiendo a mayoreo en Campeche, ahora casi ya no salgo a vender como antes, ahorita solo me lo piden y lo llevo a entregar, puro pedido, antes tenía que cargar mis hamacas y andar pregonando, ya tengo clientes ”[13], con la responsabilidad y voluntad de gente como la familia de don Maco Chan la hamaca maya abre camino de manera natural a través del corazón y la casa de miles de personas.