La ronca voz del caracol se suaviza con la cadencia sonora de invocación milenaria, es la que se escucha hoy en el Valle de Edzná. Los vientos raudos de los espíritus guardianes se aprestan para esta gran cita, céfiros provenientes de los cuatro puntos cardinales se unen en la neblina ámbar, de fuerte olor que despide el sahumerio. Volutas de humo se alzan sobre las cabezas formando ondas caprichosas hacia el infinito azul del cielo. Un cielo que observa la congregación entre humaredas y cantos, un encuentro entre un presente demasiado efímero y un pasado glorioso pero al mismo tiempo inexpugnable. Siglos de separación se apartan mientras la voz del h´men se escucha, rasgando la obscuridad para arrojar luz sobre las antiguas voces que aquí alguna vez se escucharon.
El h´men es el nexo entre dos mundos, el mundo de ahora y el mundo de ayer donde los símbolos y credos se hayan más allá de nuestra comprensión. Ese pasado que sólo podemos distinguir en los imponentes edificios que se observan a unos metros. Sí ese mundo de piedra que se materializa en los campechanos que llevan los genes de los ancestros y el sincretismo cultural que los hace nuestros. La ceremonia tarda varios minutos, el h´men se esfuerza con su oración y canto para que la lluvia irrigue la tierra y ésta produzca fruto, y así también la montaña este rebosante de verdor para que toda la naturaleza sonría con tan buena provisión.
Hay días especiales como lo es el equinoccio de primavera, cuando el sol cruza directamente el Ecuador, creando un día y una noche de la misma duración. Este es el motivo de la celebración que presenciamos, este año se espera buena cosecha, no sequía. Pero también este cuadro conlleva algo interesante más allá de lo tradicional, se pide permiso, sí se pide licencia para andar por senderos y subir escalinatas, viendo lo que los ancestros vieron y recreándose en las cámaras que éstos construyeron. Pasear y ser bienvenido en Edzná por los verdaderos dueños del lugar, los espíritus guardianes. Sí, para todo hay que pedir y también solicitar. Por eso aquí sin que se vean sí se perciben estos vientos, los guardianes, los bacabes, los cuatro puntos cardinales.
Los h´men o chamanes mayas poseen el portento de su cultura sobre la vida, los dioses y el cosmos y así han jugado un papel determinante en la curación de enfermedades y el alivio de los males tanto físicos como espirituales. Nos acercamos luego de concluida la ceremonia a preguntar y dilucidar, tocar con nuestras voces este umbral que se abre a nuestros ojos y permite ver más allá de lo místico, lo real.
Para ser considerado h´men no se necesitan ceremonias especiales de iniciación, todo comienza al lado de otro h´men experimentado que es comúnmente un familiar, del que es ayudante, como es el caso de nuestro entrevistado, porque el oficio de h´men lo heredó de su padre y este a su vez de su abuelo.
Don Antonio Poot Chan originario de Chunyaxnic, del municipio de Hopelchén explica la importancia de ser h´men al significar el “hacer pan de milpa, ofrendas a los dioses mayas: al dios de la lluvia, de la tierra y de los montes, el dios de la lluvia el todopoderoso, aj balam y aj balam chac, de la tierra y del monte, y hacer curación de enfermedades que no se detectan por los médicos convencionales.”
Pero qué es un pan de milpa, sonríe y explica; “es una ofrenda especial dándole gracias al dios de la lluvia por la cosecha que se recibió.” “Yo puedo ir a un rancho y a un campo y ofrendar para los aluxes que son los mismos señores del campo”.
Acerca de la ofrenda que hay a ojos vistas delante nuestro, donde se observan grandes tamales cilíndricos que recuerdan los pibipollos, don Antonio nos dice que hay diferencia, “estos son de pavo de patio, los panes que hice son de la masa de maíz con pepita molida para que dé el pi, en las cubetas una de una especie de sopa preparada con el pan que se desmenuzó y se le puso caldo de pollo y la otra es de consistencia más aguada.” La sustancia ambarina de olor dulzón es el balché “bebida preparada con miel, además de cigarros, tequila, el incienso y Ah Kinich Ahau”, al hacerlo señala y levanta una efigie pequeña de una deidad sentida y con penacho sobre su cabeza. “Si viera me la han intentado robar pero quienes lo han hecho me la han devuelto porque les empiezan a suceder cosas”. El orden de la ofrenda entre dos cubos, dos tamales cilíndricos, tiene una razón “una parte es para el rey maya y la otra parte es para los custodios, para su gente, para quienes vivieron con él.”
Siendo común el uso de cerdo para amasar la masa de maíz se le pregunta por qué no lo uso en la elaboración de estos tamales y contesta: “La ofrenda es de pavo, pollo o gallina, pero lo principal y necesario debe ser el pavo, puerco no se hace porque a ellos (los dioses) siempre les ofrecemos ovíparos”.
En la mesa de estas ofrendas tradicionales existe un elemento añadido no propio de la región ni de la cultura maya, el tequila, que ayudará a calentar el cuerpo luego de la ceremonia. Al igual que una cajetilla de cigarros que también alegra a los dioses. Como se ve, el paso de los siglos ha amalgamado otros componentes que son bien recibidos por los espíritus del monte.
Las cuatro velas al pie de la mesa representan los cuatro puntos cardinales, los bacabes pues, y por eso durante la ceremonia se hizo postrar en las mismas cuatro esquinas, a cuatro niños, que representaban el ángel del oriente, el ángel del oeste, el ángel del sur y el ángel del norte. Balam Lakin (este), Balam Chikín (Oeste) Balam Nohol (Sur) y Balam Xaman (Norte). Don Antonio muy serio nos explica que todos son aires poderosos que se deben apaciguar con cantos y peticiones.
El aire podría dar en todo el cuerpo de lleno y producir dolor de cabeza, vómito, quitarte la fuerza. El aire es peligroso, para eso, para sacar el aire del organismo, se cura a la persona con sacab y se ensalma. “El sacab es maíz sancochado y se muele con molino de mano y se prepara con miel, cacao y canela molida”. “Con los aires no se juega porque muchos por ignorancia han tomado cosas que no les pertenecen de los sitios arqueológicos y las venden o se quedan con ellas y el viento los hiere de improviso. Puede ser de cuidado”.
Don Antonio se distingue por poseer vasto conocimiento sobre remedios herbolarios y recursos curativos de origen natural y mineral. Acerca de qué tan difícil es hallar en la montaña las hierbas y cortezas necesarias para los rituales o curaciones explica: “Es un poquito difícil de conseguir no en todas partes hay” “El huaco es bueno para combatir infección del colón, el bepirol sirve para picadas de serpiente, la yaya para combatir piedra de riñón, la flor de la virginia o caléndula cura el cáncer junto con el maguey morado y la columna hecha xix de la serpiente de cascabel. El babanché es un árbol que se usa para combatir la migraña, el coxché para quitar la inflamación de la gastritis, hay doctores que reconocen mi trabajo con las hierbas”.
Le pedí que me tradujera las palabras mayas al español de la manera más fidedigna acerca de sus invocaciones, es decir haciendo transliteración palabra por palabra y don Antonio contestó: “Llamar al dios maya, a los tres guardianes que hay y ya empieza con las palabras de los vientos de los cuatro puntos cardinales”. “Además cuando entro a una ciudad maya, doy buenos días, buenas tardes, buenas noches a los guardianes, todo en maya”. “Esta ceremonia la he hecho en Uxmal, Hochob, Santa Rosa Xtampac, Holcatín”.
Luego muchos se acercan para que les haga limpia, con un arbusto empieza invocaciones en maya y luego en castellano y es en este momento donde se palpa un poderoso sincretismo, mientras en maya los que esperaban con ojos cerrados el roce del arbusto en su cuerpo, eran puestos bajo el cuidado de los dioses mayas, en español eran consagrados al Dios Todopoderoso y a Jesucristo Su Hijo.
Es así como nuestra cultura maya, llena de conocimiento, de mitos y misterios oculta las claves vitales para entender la rueda de los katunes, la naturaleza del tiempo, nuestras raíces y nuestro presente y ese mañana que será un reservorio responsable del cuidado de nuestro cuerpo y nuestro planeta.