EL SEÑORIAL BARRIO DE GUADALUPE

“El barrio de San Francisco bravucón y pelionero pero siempre tan leal; Santa Ana con sus frutales, y ese de Santa Lucía laborioso y muy cabal. El suburbio de la Ermita. Y el barrio de Guadalupe con su porte señorial…” (William Valladares Reyes).

Cemento, cal, arena, tierra, madera, metal… estos podrían ser los elementos para construir cualquier rincón de alguna ciudad. Sin embargo, la construcción de espacios urbanos es más profunda y compleja que la albañilería de nuestros tiempos. Implica, entre otras cosas, una apropiación física y mental de un área determinada, la cual va siendo dotada de características palpables y abstractas. Mientras las primeras pueden apreciarse en la arquitectura o en el mobiliario urbano, las segundas se encuentran en poemas, ilustraciones o canciones. Odas, melodías o imágenes que pueden reflejarnos la construcción simbólica de una ciudad entera o de un sector de ella, como son los barrios (Novelo, 2010, p. 99).

El barrio de Guadalupe ubicado en lo que fue un espacio costero, ha sido conocido como el barrio señorial, a partir de la famosa canción “Las torres de Catedral” de José Narváez Márquez, escrita a mediados del siglo XX.

Con la fundación de Campeche por parte de Montejo “El Mozo” en 1540, la configuración de la población no sólo consideró el centro de la villa, también se ocupó de los lugares aledaños. El primer espacio que Francisco de Montejo organizó fue el asentamiento indígena de Can Pech, habitado por los naturales, y que fue conocido años después como el Campechuelo. Es importante explicar que la política española pretendía una separación física y jurídica entre los indígenas y blancos para evitar la contaminación de los primeros por los vicios de los segundos, lo que dio origen al esquema de las dos repúblicas: la república de españoles y la república de indios. 

Los barrios de San Francisco, Santa Ana, San Román y Santa Lucía fueron creados por dos formas. La primera fue por medio de las congregaciones de indios naturales y, la segunda, por tlaxcaltecas y mexicas que acompañaron a los españoles a la conquista de la Península de Yucatán. Más tarde, los negros traídos como esclavos o servidumbre enriquecieron la conformación de dichos barrios (Novelo, 2010, p. 103).

En contraste con las parcialidades indígenas, se formó lo que años después se convertiría en el barrio de Guadalupe. Este lugar, a diferencia de los cuatro restantes, no tenía pobladores indígenas. Era un paraje semi-solitario ocupado por árboles tintóreos, algunos yacimientos de cal y un camino que, de la villa, llevaba al barrio de San Francisco (Proceso contra Antón Martín, 1576, citado en Novelo, 2010, p. 103). 

Entre el barrio de San Francisco y la villa, existía un espacio deshabitado paralelo a la playa de una extensión aproximada de una milla. Era la frontera necesaria entre el pueblo maya y la población española; precisamente porque carecía de habitantes y estaba suficientemente cerca de la villa, don Pedro Martín de Bonilla, eligió este lugar para establecer un solitario oratorio dedicado a la virgen de Villuercas, Extremadura, España. Pedro Martín de Bonilla, quien era vecino de Campeche, encomendero de los pueblos de Cenote y Mopilá, además de miembro del cabildo campechano, pidió licencia al Gobernador de Yucatán y al Obispo para construir la ermita, quienes autorizaron la edificación en el mismo año. La construcción primitiva fue a base de materiales perecederos, los cuales fueron sustituidos rápidamente por piedra, pues antes de concluir el siglo XVI, Fray Gregorio de Montalvo informó a su majestad que la ermita era muy pequeña, pero fabricada en piedra (Novelo, 2010, p. 104-105).

Al llegar el siglo XVIII, la política española influyó en el inicio del proceso de poblamiento definitivo de los alrededores de la ermita de Guadalupe con la aceptación de inmigrantes de las Islas Canarias que fueron llegando al puerto de Campeche, integrados por hombres casados y solteros, encontraron en la zona cercana del templo de Nuestra Señora de Guadalupe el área ideal para su establecimiento. Los recién llegados no se integraron urbanamente con la población española de la villa que ya tenía el control, ni se mezclaron con los indígenas, aun cuando eran personas muy pobres. Finalmente, aunque el número de los nuevos vecinos disminuyó a causa de las numerosas muertes que ocasionó las epidemias, estos lograron permanecer en el sitio, concentrándose alrededor de la iglesia y del camino que iba de la villa al barrio de San Francisco. Este asentamiento aunque marcó el inicio de la conformación del barrio, apenas logró consolidar el vecindario. Para 1759 los habitantes del barrio de Guadalupe mejoraron sus viviendas al sustituir las chozas de palos por casas a base de piedra, cantería y mampostería, las cuales fueron descritas por el ingeniero Juan de Dios González en 1776 y que permitieron notar la apropiación física del barrio de Guadalupe. Sumado a este proceso palpable, también la apropiación mental o simbólica del espacio se hace presente, inicialmente, con el reconocimiento de los propios habitantes como vecinos del barrio y, de igual forma, de la confirmación de las autoridades como miembros de ese vecindario (Novelo, 2010, p. 108).

Una de las fiestas más grandes que realiza hoy en día el barrio guadalupano es la del 12 de diciembre. Miles de peregrinos llegan con un sólo objetivo: venerar a la Virgen de Guadalupe, cantarle las mañanitas y hacerle promesas. El fervor, la alegría y la emoción inundan el recinto guadalupano, que cada año se va viendo más pequeño ante el torrente de fieles que llegan desde distintos puntos de la Península como Halachó y Tecax, Yucatán, sin olvidar a los del interior del Estado, para dar inició formalmente el éxodo hasta la Basílica en la Ciudad de México, para venerar a la virgen del Tepeyac. 

Sin lugar a dudas la Iglesia de Guadalupe, ubicada en el populoso barrio del mismo nombre se ha vuelto paso obligado de peregrinos en busca de fe y de su propios caminos. 

Barrio de Guadalupe, ¡barrio que es un baluarte y atalaya por el porte de su nombre y el origen de su raza!

 

Fuentes consultadas
Proceso contra Antón Martín por casado dos veces, 1576, en Archivo General de la Nación, Inquisición, tomo 105, exp. 6.
Novelo Sánchez, Humberto (2010) “Construyendo espacios urbanos: la transformación del barrio de Guadalupe en Campeche” en Campeche una ciudad en la Península. Coordinadora Ivett García. Colección Bicentenario.