En los alrededores del centro de la ciudad Campeche se componen los barrios tradicionales, lugares que albergan una tradición e historia particular, llena de recuerdos y anécdotas que se prolongan más allá del tiempo y la distancia. Santa Ana es el barrio de las inolvidables fiestas de mayo en honor a la Virgen de las Angustias, el barrio de las quintas y las hortalizas, de las noches de fiesta, de las familias campechanas y de la festividad del gran Poder de Dios.
En el siglo XVII, el barrio de Santa Ana comenzó a poblarse, probablemente de algunas familias de sirvientes, peones, agricultores. La iglesia que da nombre al barrio comenzó a construirse en agosto de 1755, con los 500 pesos que dejó en su testamento el gobernador de Yucatán don Antonio de Figueroa.
Poco a poco Santa Ana se fue convirtiendo en un vergel, pues muchas familias edificaron ahí sus fincas de recreo, una de las más importantes fue la del general Francisco de Paula y Toro, que en la actualidad aun se observa y es conocida como la quinta del “Toro”, debido a la buena tierra y la cantidad de pozos que se encontraron en los alrededores de la iglesia, las familias de los vecinos adinerados fundaron grandes huertas, fincas con cantidad de árboles frutales; de estas inmensas huertas recordamos los fincas de Belén, Ave María, Las Flores, San Esteban, Villa Conchita, etc.
Santa Ana fue durante muchos años famoso por sus quintas, pero también estaban sus fiestas populares, especialmente la dedicada a la virgen de las Angustias que después de la de san Román era de las más visitada por los campechanos, no se sabe en qué momento de la historia del barrio el culto a la Virgen de las Angustias supero a la misma patrona del barrio la madre de la Virgen María, Santa Ana. Desde el inicio de las festividades el parque pertenecía adornado de colores, los gremios entraban cantando a la iglesia, el repique de campanas y el estruendo de los voladores, llenaban de alegría a este pintoresco barrio.
En cada barrio están también las esquinas famosas, con los nombres extraídos de anécdotas y sucesos particulares, las cuales con el paso de los años se convierten en sitios icónicos de cada barrio. Santa Ana cuenta con una de las esquinas más famosas de Campeche, la esquina del tropezón, ubicada entre el cruzamiento de la calle república x Nicaragua. La historia de este nombre se remonta a finales del siglo XIX, cuando se instalo el tranvía urbano de Campeche y los rieles pasaban sobre esta arteria; no mucho tiempo después una señora tropezó con los rieles del tranvía y al caer resultó muerta, los vecinos del lugar dado el acontecimiento, optaron por ponerle al sitio “el tropezón”, después el Sr. Edgar Sánchez Blanquet, conociendo esta historia, denomino a su tienda de abarrotes como el mismo nombre.
La historia que da nombre a otra esquina famosa en Santa Ana, es la aparición de un santo sobre la calle Coahuila por Nicaragua, en la casa del Sr. Canto, donde tenía un nicho con varios santos; un día se apareció uno, no sabemos cual santo, y en honor a este milagro el señor mandó colocar sobre la barda una cruz de color verde para conmemorar tan grande prodigio, es así que la esquina seria conocida como “la esquina de la cruz verde”.
Con el transcurrir de los años la modernidad llegaba a Campeche, y en Santa Ana se construiría un lugar que simbolizaba los nuevos aires de innovación, la alameda de Santa Ana, como espacio de recreo y esparcimiento, se construyo en 1830 por iniciativa del general Francisco de Paula Toro y diseñada por Juan Estrada, tenía una forma rectangular de 380 metros de largo, una glorieta en medio y en ella la escultura natural, tallada en madera y yeso, que representaba a una india coronada con plumas, con arco y carcaj provisto de flechas, estaba cerrada por una reja y contaba con bancas de piedras; este lugar rápido se convirtió en un lugar frecuentado por la clase alta. Junto con la alameda se construyo, quizá el puente más popular de los que existen en la ciudad, conocido como el “puente de los perros”, debido a las cuatro figuras de canes de existen en los extremos de su parapeto de piedra, al inaugurarlo se le dio el nombre de “puente de la Merced de Santa Ana, en honor de la esposa de don Francisco, doña Mercedes López de Santa Ana y fue construido por el alarife José de la Luz Solís. Este puente cruzó sobre el canal de desagüe del barrio, se puede decir que es una continuación de la Alameda, así el puente se convirtió en un punto de integración entre el barrio de Santa Ana, la alameda y el resto de la ciudad.
A finales del siglo XIX, la imagen de la India ya había sido removida, había solo un faro en el centro de la Alameda, como parte del proyecto nacional de celebrar el centenario del natalicio de Benito Juárez se mando a erigir una estatua de bronce del Benemérito en la Alameda, estatua que al presente se conserva.
Actualmente el puente y la Alameda han perdido lucidez, debido a la embestida pavimentadora de la ciudad, ya solo quedan recuerdos de los años donde las señoritas y los carruajes formaban parte de paisaje cotidiano de la vida social en Campeche, pero a pesar de los años y los cambios urbanísticos de la ciudad los canes aun se mantienen en actitud protectora vigilando la entrada al barrio de Santa Ana.